Un asunto quizá anecdótico, la
fuga de todo un icono francés, el actor, productor y empresario Gérard
Depardieu a un pueblo de Bélgica pegado a la frontera francesa, Néchin, para no
pagar los impuestos que su país natal cobra a los multimillonarios. Ocurre que
la cosa no hubiera pasado a mayores, varios empresarios han hecho lo mismo y
sólo ha quedado todo en un ruido que duró varios días, con partidarios y
detractores, pero en el caso del gran actor (literalmente y mencionando su
categoría como actor), la cosa ha alcanzado tintes grotescos debido a su
teatral reacción, algo típico de su carácter, nunca ha sido una persona
precisamente con una gran educación, es lo que le queda de su juventud como
delincuente que luego se regeneró en la cárcel estudiando Arte Dramático.
Pero muchos compatriotas
suyos, incluidos varios colegas de profesión, han visto su actitud como un
ataque de ego, sobre todo al decir él que “el Gobierno de Hollande penaliza el
talento”. Él está tan convencido de que en el extranjero ven cine francés, es
gracias a él y nadie más que él. Vamos a poner las cosas claras: él lleva
varios años montando pequeños escándalos por llamar la atención, nada más, sabe
que así la gente seguirá acordándose de él y seguirá yendo al cine a ver sus
películas. Él sabe escoger papeles interesantes, aunque me he llevado estos
últimos años decepciones brutales con algunos bodrios protagonizados por él, ya
que ya no le interesa una película por su calidad, sino “Por que hay que
comer”. Ya sólo le interesan sus viñedos en Châteauroux, su ciudad natal en el
centro de Francia.
Sorprendió desagradablemente
con un ataque de machismo al decir que la actriz Juliette Binoche “No vale
nada, no transmite nada”.Ella le contestó de manera magistral: “Me parece
que al señor Depardieu, lo de que una mujer tenga más éxito que un hombre
ofende su masculinidad”. O aquel grotesco incidente en un avión. Pero esto
de renunciar a la nacionalidad francesa ha sido aun más grotesco. Lo que
hubiera sido más eficaz y sutil hubiera sido que Depardieu se hubiera largado a
Hollywood, hecho ciudadano americano y renegando del cine que hace en Francia.
Como el cine galo es el que mejor aguanta la presencia del cine americano en
Europa, eso es lo que peor sentaría a su país, que aun se relame de gusto con
los Óscars para “The artist”, para ellos toda una lección dada a Hollywood,
tipo “Lo nuestro sí es cine, y lo vuestro no vale nada”.
Lo que me parece más curioso
de “Gégé” es que, aun siendo de derechas y votante convencido de UMP (el
partido de Sarkozy, al que apoyó en la última campaña electoral, aunque sin
hacer el ridículo como Clint Eastwood apoyando a Mitt Romney en EEUU), no tiene
ningún prejuicio en interpretar seductores maduros que van a la caza de mujeres
casadas, las cuales acaban prefiriéndole a él antes que al marido, y si no lo
consigue, da igual: los guionistas de esas películas siempre se “solidarizan”
con él, y si ella no cae en sus redes, es por que es tonta, y si cayera, sería
una supersabia comparable a Albert Einstein.
Y si hace de marido, tampoco
hay mucha diferencia: más de una vez le hemos visto de marido adúltero, con
tantas amantes con las que podría montar un harén si él fuera un jeque árabe.
Vamos, que los políticos conservadores que aquí le apoyan, se nota que no ven
cine francés, que se creen que sólo hace personajes “decentes” e íntegros como
Cyrano de Bergerac o el Jean Valjean de “Los miserables”. Pues pronto se les
caerá el ídolo por los suelos, pues Depardieu va a hacer una película donde
interpretará a Dominique Strauss-Kahn, o un personaje parecido, dirigido por el
italoamericano Abel Ferrara, especialista en cine inquietante y sórdido, por
ejemplo “Teniente corrupto”, con un Harvey Keitel que cometía excesos, tanto de
drogas como de acoso sexual, sin inmutarse.
Depardieu, en Hollywood, no
haría personajes como los de John Wayne, Gary Cooper o James Stewart; en “Qué
bello es vivir” hubiera sido un perfecto Potter, más interesante y divertido
que George Bailey y que incluso le hubiera quitado la mujer. Sé que no he
hablado apenas del problema económico que está detrás de todo esto, que creo
que un 75 % para fortunas grandes me parece excesivo, estaría bien un 40 %,
pero Depardieu no es un ejemplo de virtud a seguir, que aunque sea de derechas,
siempre fue un libertino, un Torrente más fino, eso sí, al que su anterior
mujer, la actriz y modelo Carole Bouquet, le dejó, harta de sus continuas
infidelidades. Incluso él tuvo un hijo secreto, como en los culebrones. O sea,
que dudo que fuera un marido perfecto para las hijas de los tertulianos de Intereconomía.
Un gran actor, pero todos los genios tienen su lado oscuro. Un asunto muy
gordo, y perdón por el chiste fácil.
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