jueves, 14 de noviembre de 2013

El cine de calidad es necesario y lo dejan morir (29-4-2013)



Aunque se exageró en parte el auténtico impacto de la noticia, que decía que Alta Films, la más importante distribuidora española de cine de autor y la cadena de cines Renoir, que proyecta esas películas, iban a desaparecer, aunque sólo desaparecen dos cines de la cadena y la distribuidora aun puede salvarse, es cierto que por culpa de la grave crisis económica general, la falta de apoyo público y la ignorancia de mucha gente que se considera cinéfila, provoca que esté en peligro que en nuestro país veamos cine diferente al que Hollywood y sus acólitos quieren imponer.

A mi me gusta el cine de autor, pero ojo, no ese cine pedante, aburrido y falto de auténtico interés que muchas veces se nos ha querido colar como “cine de calidad”. Hay cine de autor interesante, que sabe llegar al público, que sabe contar cosas interesantes tratando al espectador como alguien inteligente, no al que se toma el pelo de manera indecente.

Me encanta el Federico Fellini de “8 ½” y de “Amarcord”, obras maestras del cine, donde su concepto del cine, la música de Nino Rota y la fotografía se unían admirablemente, pero me aburrió en “Satiricón” o en “Giulietta de los espíritus”, donde su indudable talento visual se perdía en absurdas escenas sin pies ni cabeza, quizá cegado por su ego, que todo gran artista tiene. O películas recientes como la francesa “Holy motors”, puesta en un altar por la crítica, pero que no me atrajo lo más mínimo para verla, al ver una sucesión de escenas rarísimas y unos personajes repulsivos, en especial “Monsieur Merde”, cuyo nombre ya lo dice todo. Tendría que haberse fijado en el Fellini de “8 ½”, que sí supo renovar el lenguaje cinematográfico.

Claro que aparte, está cómo la forma de Hollywood y de los EEUU en general han influido en nuestro público para marcar cómo creemos que tiene que ser una película, qué tiene que contar, cómo tienen que ser los actores, la fotografía, la música… El cineasta francés Francis Veber, cuando presentaba en Madrid a la Prensa su gran comedia “Salir del armario”, dijo algo muy claro: “Para un francés, el público español es de los más difíciles de complacer por que está muy intoxicado por el cine americano”.

Tenía toda la razón: un estilo de humor como el francés, que hace medio siglo compartíamos y admirábamos, ahora para algunos resulta pedante, anticuado e incluso dicen que es inmoral e indecente, al contrario del “decente” humor americano, que para esos algunos aporta valores morales que de los cuales dicen que el cine francés carece.

Sólo parece que guste el estilo francés si sale un francés en una película americana, visto con los tópicos con que se les ve desde EEUU, claro. Pasa con el cine europeo como con cualquier cosa que suene a cultura, que cierta gente es totalmente incapaz de aceptar cualquier cosa que no sea tiros, puñetazos, peleas y diálogos de más de 30 segundos de duración que no incluyan las frases “Eres un marica de mierda que no me llegas ni a la suela del zapato y te voy a matar”o “Tienes unas tetas y un culo que me gustan y quiero follar contigo”. O dichos de manera peor, sobre todo si vemos las películas de Torrente, que siempre llenan los cines, dejando vacíos los de autor.

Dejan morir a una forma de cultura que no les atrae. Me anima saber que hay obras maestras del cine que en su momento fueron menospreciadas y nadie las quería ver, y hoy en día son clásicos del cine que las televisiones emiten decenas de veces al año, y con actores o directores míticos.

O que Woody Allen, alguien a quien desprecian los adoradores del cine de acción y violento, contra el cual han dicho barbaridades como “Lo único que me interesa saber de él es cómo se folla a su hija [Soon-Yi]”, deseando verlo en la cárcel y cási llamándole envidioso por que critica a los hombres chulos y prepotentes que se ligan a las mujeres que a él le gustan, y que caen inexplicablemente enamoradas de ellos. Con Woody Allen nos identificamos quienes no vamos de machos dominantes, ni tenemos coches o motos para atraer chicas ni nada de eso. Las mujeres agradecen que los hombres tengan cerebro, lo que menosprecian esos que sólo disfrutan viendo a Stallone, Schwarzenegger o Seagal pegando tiros.

En Francia apoyan el cine de calidad, y la muestra es que han reabierto un mítico cine, el Luxour, de mil butacas, y lo dedicarán a proyectar cine de autor. Pero claro, el Gobierno español sólo apoyaría el cine de autor si todos sus cineastas se llamaran José Luis Garci y todos glorificaran el Dos de Mayo.

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