Jordi Évole ha empezado su nueva temporada de “Salvados”
con un programa planteado de una manera un tanto original, al menos a lo que estamos acostumbrados a ver por aquí:
un político como Oriol Junqueras, de
Esquerra Republicana de Catalunya, independentista convencido, es llevado por
Évole a la casa de una familia de Sevilla, los Parejo.
Después de ver el
programa, ha habido muchas opiniones: algunos dicen que Junqueras parecía
cohibido cuando los miembros de la familia le atacaban sus puntos de vista,
después de un buen arranque donde él exponía con convicción sus ideas sobre que
la independencia de Catalunya beneficiaría a ésta y a España. Simplemente él
les dejaba hablar, no les interrumpía en ningún momento. Luego, él contestaría
con lo que creyera oportuno. Otros decían que no sabe hablar. Junqueras no tiene la labia del President
Artur Mas, que le hizo ganar brillantemente aquel duelo dialéctico, también
en “Salvados”, contra Felipe González, el cual parecía tenso todo el programa,
al contrario que un Mas siempre seguro de sí mismo.
Pero tampoco le hace falta. Si Junqueras lleva meses a la cabeza de las encuestas
para unas próximas elecciones en Catalunya, es por que ha sabido hablar lo
justo, no sobreexponerse como ha hecho Mas, que en vez de beneficiarle, le ha
perjudicado.
Pero el programa nos ha mostrado que se puede debatir
ideas diferentes sin pegarse los unos a los otros. Y si los Parejo hubieran
querido atacar a Junqueras, no creo que fueran tan tontos como para actuar así.
Hasta el mismísimo Federico Jiménez Losantos, cuando quiere demostrar que no es
ningún monstruo, saca su lado campechano y simpático para ganarse incluso a sus
adversarios, lo hemos visto en televisión más de una vez. Decía algo así como “Para que veáis que no soy el ogro que
creéis que soy”.
En medio de un país
crispado por ciertos medios de comunicación y por ciertos periodistas que no
saben hablar sin atacar o sin pontificar, gente como Oriol Junqueras es
necesaria, pues nunca saldrán a la yugular de quien les ataca, a no ser, claro,
que tenga que sobrevivir. O que sabe él que atacar al otro de la misma manera
que le ataca a él le pondría a la misma altura. Alguien en Twitter escribió “Junqueras sorprendió a los españoles por
que no están acostumbrados a ver ese tipo de políticos”.
Por otro lado, mis paisanos catalanes, al ver el
programa, dijeron que por qué Junqueras tiene que justificarse en cada cosa que
dice. Yo también pensaba lo
mismo. Es como si un francés tiene que justificarse ante un americano de la
América profunda y puritana por qué no pide la inmediata dimisión de François
Hollande por “inmoral”, ante lo que ya sabemos de su vida amorosa. Los
franceses no son tan tajantes sobre la vida privada de la gente como los
anglosajones, obsesionados con aquello de que “La mujer del César no sólo tiene que parecer decente, sino serlo
también”. Si no, nadie podría gobernar por que hasta la persona más honrada
tiene sus defectos.
Junqueras tiene su visión de lo que conviene a Catalunya
y muchos catalanes la compartimos, aunque no le votemos. La gente que ha ido
tres años seguidos a la Diada de l’Onze de Setembre no ha sido manipulada, va
por que sí, por que lo siente así. Y no son ni racistas, ni violentos, ni nada. Ya me dirán qué puede hacer
un jubilado contra España, como no le dé un golpecito en la cabeza con el
bastón…
Y es muy difícil
explicarle todo esto a gente que piensa distinto a ti. Quiero decir con un
lenguaje que entienda. Catalunya tiene
unos gustos culturales muy diferentes, incluido el sentido del humor. Por ello
vi más posible en TV3 aquellos programas especiales de Andreu Buenafuente con
Eduard Punset sobre la vida y la Ciencia, ya que aquellas conversaciones con
citas de Darwin y demás detalles que Punset mete en sus programas y en sus
libros, en otro lugar, hubieran parecido pedantes.
Me acuerdo de una
excelente película francesa, “Las chicas
de la sexta planta”, donde se contaba la emigración de mujeres españolas a
Francia como chicas de servicio en casas de franceses, contado desde el punto
de vista francés. A algunos no les
gustaba la visión de las españolas como incultas y exóticas, que no habría
mucha diferencia entre ellas y las mujeres indígenas de las islas francesas de
los Mares del Sur, las mulatas de la Martinica o las musulmanas de Argelia, en
contraposición a las mujeres francesas. Pero las mujeres que llegaban allí,
recordemos que venían desde la España de Franco y la trama es en 1962, no
estaban tan preparadas ni eran tan cultas como las de ahora. Y si miramos cualquier serie televisiva
catalana y sale algún personaje de origen castellano o andaluz, si le sacan
como temperamental o no muy culto, frente a personajes catalanes cultos o
tranquilos, es quizá por la idea que se tiene de él o por lo que podemos llamar
choque cultural, igual que lo que dije antes entre un francés y un americano. Tampoco
es igual un japonés y un occidental.
Todo esto encaja con la imagen de Junqueras en “Salvados”
y sus anfitriones andaluces. Cada uno con su manera de ver la vida. Me acuerdo de un cocinero de origen afgano, que al ver
que el dueño del restaurante había posado como modelo para una estatua de un
santo en una iglesia de Madrid, se sentía ofendido por que para él, si cedes tu
imagen para un santo, y por lo tanto para alguien muy venerable y bondadoso,
tienes que ser como él. En otros países, el honor es sagrado. Por ello los
samuráis japoneses se suicidaban (el “harakiri”) si perdían su honor; preferían
morir antes que vivir deshonrados.
Y Catalunya, ante lo que pide, hace decenios que renunció
a la violencia. Si los medios de comunicación de Madrid hablan sólo de lo malo
de Catalunya, podrían los medios catalanes hablar sólo de lo malo de Madrid,
igual que los medios franceses contestaban a los americanos que les difamaban y
atacaban por la Guerra de Iraq, aunque los franceses son muy sutiles al
hacerlo.
Lo que he contado aquí, los catalanes estamos hartos de
explicarlo una y otra vez. Casi tenemos más comprensión en el extranjero que en
el Estado español. Por eso queremos decidir por nosotros mismos, pero Québec y
Escocia tuvieron suerte de decirlo. Y como ellos, aceptaremos el resultado. Si sale No, otra vez lo
intentaremos, pero siempre pacíficamente.
COM EN JUNQUERAS, ES POT PARLAR AMB LA GENT, TOT I QUE EL SEU MÓN SIGUI DIFERENT
Jordi Évole
ha començat la seva nova temporada de "Salvados" amb un programa
plantejat d'una manera una mica original, almenys al que estem acostumats a
veure per aquí: un polític com Oriol Junqueras, d'Esquerra Republicana de
Catalunya, independentista convençut, és portat per Évole cap a la casa d'una
família de Sevilla, els Parejo.
Després de
veure el programa, hi ha hagut moltes opinions: alguns diuen que Junqueras
semblava cohibit quan els membres de la família li atacaven els seus punts de
vista, després d'una bona arrencada on ell hi exposava amb convicció les seves
idees sobre que la independència de Catalunya beneficiaria a aquesta i alhora
l’Espanya. Simplement ell els deixava parlar, no els interrompia en cap moment.
Després, ell contestaria amb allò que cregués oportú. D’altres deien que no en sap
parlar. En Junqueras no té la mateixa retòrica del President Artur Mas, que li
va fer guanyar brillantment aquell duel dialèctic, també a
"Salvados", contra Felipe González, el qual semblava nerviós durant tot
el programa, ben al contrari que un Mas sempre segur de si mateix.
Però tampoc
li cal. Si en Junqueras porta mesos al capdavant de les enquestes per a unes
properes eleccions a Catalunya, és perquè ha sabut parlar d’allò més just, no
sobreexposar-se com ha fet en Mas, que en comptes de beneficiar-lo, l'ha
perjudicat.
Però el
programa ens ha mostrat que es pot debatre idees diferents sense barallar-se
els uns als altres. I si els Parejo hi haguessin volgut atacar Junqueras, no
crec que fossin tan ximples com per actuar així. Fins el mateix Federico
Jiménez Losantos, quan vol demostrar que no és cap monstre, treu el seu costat
trempat i simpàtic per guanyar-se fins i tot els seus adversaris, ho hem vist a
la televisió més d'un cop. Deia alguna cosa així com "Perquè vegeu que no
sóc l'ogre que creieu que jo sóc".
Enmig d'un
país crispat per certs mitjans de comunicació i per certs periodistes que no
saben parlar sense atacar o sense pontificar, gent com l’Oriol Junqueras ens
cal de valent, perquè mai no se’n tirarà a la jugular de qui l’ataca, llevat, per
descomptat, que hi hagi de sobreviure. O que sap ell que atacar l'altre de la
mateixa manera que l'ataca a ell, li deixaria a la mateixa altura. Algú a
Twitter va escriure "En Junqueras va sorprendre als espanyols perquè no
estan acostumats a veure aquesta mena de polítics".
D'altra
banda, els catalans, en veure el programa, van dir que perquè Junqueras ha de
justificar-se en cada cosa que diu. Jo també pensava el mateix. És com si un
francès ha de justificar-se davant un americà de l'Amèrica profunda i puritana
perquè no demana la immediata dimissió de François Hollande per
"immoral", davant d’allò que ja sabem de la seva vida amorosa. Els
francesos no són tan contundents sobre la vida privada de la gent com els
anglosaxons, obsessionats amb allò que "La dona del Cèsar, no només ha de
semblar decent, sinó ser-ho també". Si no, ningú no podria governar perquè
fins la persona més honrada té els seus defectes.
Junqueras té
la seva visió d’allò que convé a Catalunya i molts catalans la compartim,
encara que no li votem. La gent que ha anat tres anys seguits a la Diada de
l'Onze de Setembre no ha estat manipulada, hi va perquè sí, perquè ho sent
així. I no són ni racistes, ni violents, ni res. Ja em diran què pot fer un
jubilat contra Espanya, com no li faci un copet al cap amb el bastó...
I és molt
difícil explicar-li tot això a gent que pensa diferent a tu. Vull dir amb un
llenguatge que comprengui. Catalunya té uns gustos culturals ben diferents,
fins i tot el sentit de l'humor. Per això vaig veure més possible a TV3 aquells
programes especials d'Andreu Buenafuente amb l’Eduard Punset sobre la vida i la
Ciència, ja que aquelles converses amb cites de Darwin i d’altres detalls que
Punset fica dins els seus programes i als seus llibres, en un altre lloc, hi haurien
semblant pedants.
Recordo una
excel·lent pel·lícula francesa, "Les noies de la sisena planta", on
s'explicava l'emigració de dones espanyoles cap a França com a noies de servei
a cases de francesos, comptat des del punt de vista francès. A alguns no els
agradava gaire la visió de les espanyoles com a incultes i exòtiques, que no hi
hauria gaire diferència entre elles i les dones indígenes de les illes
franceses dels Mars del Sud, les mulates de la Martinica o les musulmanes
d'Algèria, en contraposició a les dones franceses. Però les dones que hi
arribaven, recordem que venien des de l'Espanya de Franco i la trama és l’any
1962, no estaven tan preparades ni eren tan cultes com les d'ara. I si mirem
qualsevol sèrie televisiva catalana i surt d’algun personatge d'origen castellà
o andalús, si li treuen com a temperamental o no gaire culte, enfront de
personatges catalans cultes o tranquils, és potser per la idea que es té d'ell
o per això que podem dir el xoc cultural, igualment que allò que vaig dir abans
entre un francès i un americà. Tampoc és igual un japonès i un occidental.
Tot això
encaixa amb la imatge d’en Junqueras a "Salvados" i els seus
amfitrions andalusos. Cadascú amb el seu estil de veure la vida. Me’n recordo
d'un cuiner d'origen afganès, que en veure que el propietari del restaurant hi havia
posat com a model per a una estàtua d'un sant a una església de Madrid, se
sentia ofès perquè per a ell, si cedeixes la teva imatge per a un sant, i per
tant per algú molt venerable i bondadós, has de ser com ell. En d’altres
països, l'honor és sagrat. Per això els samurais japonesos es suïcidaven (l’"harakiri")
si perdien el seu honor; preferien morir-se abans de viure deshonrats.
I Catalunya,
davant d’això que demana, fa decennis que va renunciar a la violència. Si els
mitjans de comunicació de Madrid parlen només d’allò més dolent de Catalunya,
podrien els mitjans catalans parlar només d’allò més dolent de Madrid, igualment
que els mitjans francesos contestaven als americans que els difamaven i
atacaven per la Guerra de l'Iraq, tot i que els francesos són molt subtils en
fer-ho, això.
Això que he
explicat aquí, els catalans estem tips d'explicar-ho una vegada i una altra.
Gairebé tenim més comprensió a l'estranger que no pas a l'Estat espanyol. Per
això volem decidir per nosaltres mateixos, però el Québec i l’Escòcia van tenir
sort de dir-ho. I com ells, n’acceptarem el resultat. Si surt No, una altra
vegada ho intentarem, però sempre pacíficament.