El diario digital
(antes diario impreso) Publico.es ha revelado unos documentos secretos que han
sido desclasificados, y que revelan algo espeluznante. Pocos se acordarán de
que entre 1976 y 1983, en Argentina hubo una sangrienta dictadura militar a
raíz de un golpe de Estado, con miles de desaparecidos, torturados y exiliados.
Algo parecido a lo que pasó en los países vecinos de Argentina, que son Chile,
Uruguay, Bolivia, Paraguay y Brasil. Todos ellos padecieron dictaduras casi al
mismo tiempo que el país de Maradona.
Cuando los militares
argentinos, en 1976, dieron el golpe de Estado, desataron una terrible
represión contra gente de izquierdas. Si ya conocíamos a las Madres (y ahora
Abuelas) de la Plaza de Mayo, que buscan a los niños robados a sus madres por
la Dictadura para dárselos a gente ultraconservadora (algunos han sido
hallados), no se sabía que el Régimen había tenido apoyo económico exterior. Si
la España de Franco encontró un aliado en la Argentina de Perón y Evita, tres
décadas después fue a la inversa: la Dictadura montó una red de torturadores
inmensa, más que la mismísima Stasi de la RDA. Pero necesitaban dinero para
pagar a los torturadores, unos 400 millones de dólares. Así que recurrieron a
la Madre Patria no sólo para buscar apoyo exterior (aun no era España una
democracia, acababa de enterrar a Franco), sino económico.
Los documentos
muestran encuentros entre el Rey y el entonces Embajador argentino en Madrid,
recién estrenado su cargo con Videla, el general Leandro Enrique Anaya, donde
el Monarca le prometió el apoyo de banqueros, inversores e industriales para
invertir en el país, y de paso reanudar la importación de carne argentina a
España, que estaba interrumpida. Y con banqueros como Emilio Botín y Alfonso
Escámez, al que el Gobierno peronista de Héctor Cámpora expropió varios Bancos
suyos en Argentina en 1973 y que Videla se los devolvió.
El Gobierno de Adolfo
Suárez organizó encuentros multitudinarios del Embajador y el Ministro de
Economía argentino, José Alfredo Martínez De Hoz, con decenas de empresarios y
banqueros, que montaron pingües negocios mutuos.
Con el dinero
obtenido de España, la Dictadura pudo torturar, asesinar y hacer desaparecer
“en condiciones” a miles de argentinos, incluso a ciudadanos extranjeros, con
los sanguinarios métodos ya conocidos, y de los cuales nuestros amigos
argentinos más veteranos nos pueden transmitir historias escalofriantes, pero
reales al cien por cien.
Se nos puede revolver
el estómago con estas actitudes, con esta falta de escrúpulos de la gente rica,
pero eso se sigue haciendo, negociar con países que padecen dictaduras, como
los países exportadores de petróleo o la misma China.
Pero todo intercambio
comercial tiene sus trampas: poco antes de acabar la Dictadura en 1983 y volver
la democracia con Raúl Alfonsín, un Consejero de la Embajada argentina en
Madrid, Sebastián Iturrioz, en un demoledor informe, dijo que España se había
comportado con Argentina de manera mezquina, ya que los acuerdos pesqueros y de
obras públicas entre los dos países fueron ruinosos para Argentina y
beneficiosos para España, que podía entrar en empresas argentinas y mandar
sobre ellas. Vamos, en plan neocolonialista, como se dice ahora. Y los barcos
pesqueros vendidos a Argentina eran viejos, obsoletos y en desuso. O sea, que
no sólo hicieron negocios con una dictadura criminal, recuperando por medio de
ella negocios propios expropiados, sino vendiendo como vendedores de feria,
algo así como dando destartalados automóviles, viejos y lentos, diciendo que
son veloces coches de Fórmula 1.
Lo que más sorprende
de éstas revelaciones es que el Rey Juan Carlos I estuviera involucrado, cuando
siempre le habíamos tenido por un demócrata de verdad que consiguió modernizar
España. Cada dos por tres, una nueva revelación le deja a la altura del
mismísimo Macbeth de Shakespeare. Siempre recomiendo ver el documental de Canal
+ Francia “Juan Carlos, el ocaso de un Rey”, donde conoceremos hechos sórdidos
relacionados con el Monarca, como en la misteriosa muerte accidental de su
hermano Alfonso. De esto, el historiador británico Paul Preston, especialista
en la Historia de España, sostiene que Juan Carlos tuvo que ver mucho en esa
muerte, demasiado, mucho más que lo que la gente cree y que es tabú decirlo, al
menos en España. Decía Preston en el documental: “Un día, me encontré con el Rey y le pregunté si mi versión de que se
le desvió el brazo al abrirse una puerta, se disparó el arma que tenía en la
mano y alcanzó en la cabeza accidentalmente a su hermano Alfonso es cierta. Me
contestó que sí, que es cierta”.
Claro que la Historia
está llena de crueldades, mezquindades y picaresca, desde siempre. Cada época y
cada milenio tiene sus crueles, sus mezquinos y sus pícaros. Ahora tenemos a los
del momento en el poder. Luego vendrán los siguientes.
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