Esta semana reabre
un cine barcelonès que había cerrado por quiebra, el Lauren Gràcia, que
pertenecía a Lauren Films, hace años fue la distribuidora de cine independiente
española más importante, però reabre con su nombre primitivo, Texas. Todo ha
sido posible gracias al cineasta catalán Ventura Pons, que hace años vivió en
el distrito barcelonés de Gràcia, donde está dicho cine. Reabre como un cine de
películas de reestreno en versión original subtitulada, algo que no abunda en
la cartelera, ni barcelonesa ni tampoco en la del Estado español. Ofrecerá
programación a precio más barato de lo habitual, y tienen previsto ofrecer
incluso festivales de cine. La gente del humilde barrio de Gràcia están muy
contentos con la reapertura.
Es una iniciativa
loable, ya que hemos visto cientos de cines, donde hemos pasado muchas horas de
nuestra infancia, juventud y edad adulta, que han tenido que ser cerrados por
quiebra, primero por la competencia de la televisión, luego de los vídeos y
finalmente de Internet. Claro que la subida del IVA cultural a un imposible 21
% ha sido la puntilla definitiva. También el cambio de costumbres de mucha
gente que antes iba al cine y ahora prefiere divertirse haciendo otras cosas, o
directamente se bajan las películas de Internet.
Con el paso
definitivo de la proyección en cines de la copia en 35 mm. a la copia digital,
muchos dueños de cines no podían costear ellos mismos el cambiar a un proyector
digital, algunos de ellos con un precio de 177.000 euros, y si no encontraban
subvenciones de Ayuntamientos o autonómicos, no tenían más remedio que cerrar.
Esto es peor en zonas rurales, de pocos habitantes y con la clientela
dispersada en pueblos situados a 30 kms. como máximo. O más.
Pero en Catalunya,
aparte de ésta magnífica resurrección del cine Texas, se han visto otras
“resurrecciones” de cines que habían cerrado por lo dicho anteriormente, entre
ellos uno en Sant Feliú de Llobregat, en los alrededores de Barcelona, gracias
a una cooperativa, que actúan como socios, aportando dinero cada uno para que
el cine volviera a funcionar.
Hace dos años
veíamos una resurrección parecida en Majadahonda, en las afueras de Madrid,
donde otra cooperativa reabría los cines Renoir Majadahonda, que fueron
propiedad de Enrique González Macho, para reconvertirlos en Zoco Majadahonda y
poner la misma programación de películas en versión original subtitulada que
había con el anterior dueño.
La lástima es que
muchos cines que cerraron aún no han encontrado nadie que los reutilice para lo
que fueron, salvo algunos que actualmente son teatros o incluso salas de
ensayo, para teatro o danza. Mejor eso que acabar convertidos en Bancos, o como
varios cines de la Gran Vía madrileña que cerraron hace años, ahora
reconvertidos en tiendas de moda o grandes almacenes.
Para estas
iniciativas tan bonitas de las que hablamos aquí hace falta dinero, sobre todo
para costear los carísimos proyectores digitales, que cuestan, ya dijimos, unos
170.000 euros, o un poco menos, que dan una calidad de proyección mil veces
mejor que las viejas copias de 35 mm., que sufrían aquellas imágenes con rayas
que a veces estorbaban en la visión de los filmes.
El cine es, como ya
se mostró en esa obra maestra que es “Cinema Paradiso”, una forma de entender
la vida, y eso que en la época que se rodó, el año 1988, aún no había aparecido
Internet, devorándolo todo. Pero las películas hay que verlas en pantalla
grande, igual que puedes verlas en casa, tranquilamente, con tu televisión en
DVD, o también en VHS, que todavía existe. Una cosa es que en casa no tengas
que aguantar a los espectadores maleducados que hablan durante la proyección, o
las parejitas que se pasan el tiempo haciendo de todo menos ver la película, o
el tío de cabeza grande que se pone delante y no te deja ver nada, pero la
pantalla grande es única. Mientras siga existiendo el cine, que sigan
existiendo las salas. Y ojalá sea sin necesidad de tener que recurrir a la
caridad de las buenas gentes para mantener una sala abierta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario