Se celebró el pasado
Domingo la Asamblea Constituyente de Podemos, el nuevo partido político que
salió a raíz de la crisis y la corrupción que denunciaba el Movimiento 15-M. De
ese movimiento surgieron muchos, pero el más exitoso es Podemos, que como
sabemos ha ganado cinco escaños en el Parlamento Europeo.
Lo que sorprende es
que el nuevo partido ha tenido, justo ahora que llega la Asamblea Constituyente
y toca dar los cargos de responsabilidad en el mismo, feroces disputas en gente
que hasta ahora parecía unida férreamente al proyecto y al líder, Pablo
Iglesias, que con su inigualable carisma se ha lanzado a la Política.
Surgen unos roces
entre varias facciones de Podemos, y la que se opone al mandato único de
Iglesias es la que lidera el científico Pablo Echenique, que pese a su atrofia
muscular que le tiene en silla de ruedas con una movilidad de apenas el 12 %,
lucha como quienes sabemos movernos sin problemas. Echenique tiene las ideas
tan claras como las de Iglesias, lo que pasa es que el partido tiene tantos
movimientos concentrados en su interior que pecan de novatos en llevarlo a
cabo. O que nada dura eternamente, como las canciones del verano.
Lo que se le ha
criticado a Podemos ha sido su crítica a los partidos políticos tradicionales,
la “Casta”, aunque para muchos se les podría llamar la “Caspa”, al ser ya de
planteamientos anticuados, y como yo digo a veces, “Tienes más caspa que
Torrente”. Bromas aparte, los de Podemos van con mucha ilusión, en el futuro y
en lo que puedan plantear a la sociedad, lógico en un partido con un gran porcentaje
de gente joven. Joven y preparada, no se les ve nada tontos.
Pero es lógico que
haya gente que no se fíe de muchos de los planteamientos de su ideología o de
lo que pretenden si llegaran al poder. Primero, que si esos planteamientos van
a ser viables, que si van a funcionar o no. Lo mismo se decía de Mayo de 1968,
que fracasó en su intento de tomar el poder, pero influyó en ir cambiando las
costumbres de entonces, de la familia al trabajo, que ya estaban
irremediablemente anticuadas.
Los otros partidos
están asustados de su irrupción, y quien más debería estarlo, creo yo, son dos
partidos de creación no muy antigua, que se vendían a la gente con una carga
demagógica que les hacía nada creíbles, como UPyD, cuya “Unión” sólo se percibe
alrededor de su omnipresente lideresa, la inefable Rosa Díez, que con su aire
de Margaret Thatcher con un cierto aura progre, le ha hecho más antipática que
simpática. Y su incoherente propuesta de apoyar a gays y lesbianas pero al
mismo tiempo apoyar a pena de muerte lo ha empeorado.
El otro partido
“nuevo” que se estanca en su incoherencia es Ciutadans, Ciudadanos para Eduardo
Inda, donde Albert Rivera es tan mandón como la Díez. Va de honrado, pero los
chanchullos de su ex dirigente Jordi Cañas, el Alfonso Guerra de Ciutadans, le
han descolocado un tanto. Y si Podemos se presenta también a las elecciones
catalanas, no sólo quitará votos a PSC e Iniciativa per Catalunya (la IU
catalana), sino al propio partido de Rivera. O más aun perderán si Guanyem, de
Ada Colau, no sólo fuera a las municipales sino también a las autonómicas.
Al haber visto de
cerca a Iglesias muchos Sábados en La Sexta Noche, su discurso parecía
coherente en que decía varias verdades, que el público deseaba oír. No sabemos
si se estropeará con el tiempo o no, lo que pasa es que, comparados con otros
políticos que tenemos que aguantar, trae algo nuevo al ambiente. No es que yo
le vaya a votar, soy muy mío en eso y me tiene que convencer cada día. Pero en
lo que diga que me parezca coherente, le apoyaré, aunque sea con el típico
“Tiene razón”, o si no, “Pues no la tiene”.
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